Una
de las últimas fotografías conocidas de Rodolfo Walsh.
(Fuente: Blog del profesor Daniel Alberto
Chiarenza)
El 24 de marzo de 1976 un golpe de Estado estableció la dictadura en la Argentina tras derrocar el
gobierno, constitucionalmente establecido, que presidía María Estela (conocida
popularmente como Isabel o Isabelita) Martínez de Perón.
El transeúnte había pasado una
semana en Buenos Aires siete meses antes de aquellos hechos, y ya había podido
intuir la inquietud que se vivía en la capital argentina, pese a la aparente
normalidad que se respiraba en las calles. Había preocupación, incluso cierto
temor a que la paz social se resquebrajara, y en los alrededores de la Casa Rosada
(sede de la presidencia de la república) se notaba, decían los porteños, más
vigilancia policial que antes. La moneda nacional se depreciaba varias veces al
día, por lo que convenía cambiar pocos dólares en cada transacción. Sin embargo,
la ciudad vivía momentos de intensa actividad cultural, fomentada sobre todo
por personas jóvenes llenas de inquietud que recorrían las colas de teatros y
salas de cine ofreciendo fanzines y revistas culturales, cuadernillos de poesía
y algún que otro manifiesto reivindicativo.
Con la excusa de la lucha
antiterrorista contra los montoneros
(guerrilla de la izquierda peronista, que había sido declarada ilegal) y grupos
guerrilleros marxistas que supuestamente estaban invadiendo el país desde el
norte –el transeúnte fue víctima no sólo de un minucioso cacheo, sino incluso
de un deplorable interrogatorio por parte de uniformados en el aeropuerto de la
ciudad de Resistencia (provincia del Chaco), donde hizo escala el avión en el
que volaba desde la capital paraguaya, Asunción, al Aeroparque de Buenos Aires,
y de un amago de detención que retrasó largamente la partida del avión: su
barba y sus ropas resultaban, simplemente, “sospechosas”–, los militares
argentinos, amparados por las fuerzas parapoliciales ultraderechistas de la “triple A”
(o 3A, Alianza Anticomunista Argentina), establecieron una Junta Militar que puso en marcha la maquinaria de
una represión sin límites cuya perversión superó lo imaginable. Se ha escrito
mucho sobre ello, de modo que no parece oportuno entrar ahora en más detalles.
Los
miembros de la Junta Militar establecida en Buenos Aires
en marzo de 1976. De
izquierda a derecha: el almirante Emilio Eduardo
Massera, el general Jorge Rafael Videla y el brigadier Orlando Ramón Agosti.
El escritor y periodista Roberto Walsh (nacido en
Lamarque, provincia de Río Negro, en enero de 1927), montonero y militante de
otras organizaciones guerrilleras, tuvo la osadía de enfrentarse a aquella
Junta Militar mediante una carta abierta, fechada el 24 de marzo de 1977 (primer aniversario del golpe militar), que
se reproduce a continuación, con la que firmó su sentencia de muerte. Al día
siguiente fue detenido por fuerzas de la Marina, a las que se enfrentó con un
pequeño revólver; malherido, o quizá muerto, su cuerpo fue trasladado a la fatídica
Escuela de Mecánica de la Armada de Buenos Aires, donde desapareció. El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo de él: "Su desnuda palabra era escandalosa donde el miedo manda. Su desnudadora palabra era peligrosa donde se baila en gran baile de disfraces".
Se esté o no de acuerdo con su
ideología, el testimonio de Roberto Walsh resulta un documento de primera mano que se suma a la
historia de aquella infamia. Aquí queda ahora transcrito. El transeúnte está
agradecido a la persona (que prefiere quedar en el anonimato) a través de la
cual ha conseguido este texto.
El
edificio central de la Escuela de Mecánica de la Armada,
en el barrio de Núñez
de Buenos Aires.
(Fuente: http://gangstersyfalleras.wordpress.com, 2009)
Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar argentina
1. La censura de prensa, la
persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el
asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos,
son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina
después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi
treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha
motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos
oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen
como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un
gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como
ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por
elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que
ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la
posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que
ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes
ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que
coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos
y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único
significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a
menudo.
Invirtiendo ese camino han
restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que
traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan
la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente
prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e
implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos,
cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese
terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes
en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración
donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El
secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la
investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que
permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio. [1]
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han
sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de
desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de
antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo
después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno
secuestrados.
De este modo han despojado
ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no
hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue
respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido
complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en
que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las
víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no
dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en
vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios
junto con la picana y el "submarino", el soplete de las
actualizaciones contemporáneas. [2]
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de
que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan,
han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida
que el fin original de obtener información se extravía en las mentes
perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia
humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que
ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a
publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una
sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada
con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan
acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos
de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción
internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el
carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a
las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad
Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata,
30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo
que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que
destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1200 ejecuciones en 300
supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando
no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa
colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir
en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de
esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de
guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para
equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de
"cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los
invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados
en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados
militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 o 15
heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta
impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina
que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en
40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la
guerrilla 63 muertos. [3]
Más de cien procesados han sido igualmente
abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que
alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y los partidos de que aún los
presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que
disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la
conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el
general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de
marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la
muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas
aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor. [4]
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de
1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en
jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson,
revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados
sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten
en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y
aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han
sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre
hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por
afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado
entre sus propias fuerzas. [5]
Veinticinco cuerpos mutilados
afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte
quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica
de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza,
incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con
lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia. Un
verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba
en el lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron
la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron. [6]
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre
el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el río Luján
el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron
30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas
de derecha, presuntas herederas de las 3A de López Rega, capaces de atravesar
la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el
Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la
Primera Brigada Aérea [7], sin que se enteren el general Videla, el almirante
Massera o el brigadier Agosti. Las 3A son hoy las 3 Armas, y la Junta que
ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de
distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos",
sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear
el discurso de la muerte [8]. La misma continuidad histórica liga el asesinato
del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y
muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y
decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de
procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay [9]. La segura participación
en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal,
conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los
comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad
de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de
futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que
no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de
altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación
de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3A hasta que su papel
global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el
arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara,
quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la
Marina, o del periodista de Prensa Libre
Horacio Novillo apuñalado y calcinado después que ese diario denunció las
conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra
su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus
jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se
realiza más allá del bien y del mal". [10]
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del
mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al
pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que
ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no
sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a
millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real
de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional
al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para
pagar la canasta familiar [11], resucitando así formas de trabajo forzado que no
persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos
mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma
de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas,
alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% [12] prometiendo
aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de
producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han
querido protestar los han calificado de subversivos, secuestrando cuerpos
enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no
aparecieron. [13]
Los resultados de esa política han sido
fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha
disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido
prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde
la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia,
Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y
hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan.
Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el
presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares,
suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos,
profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos
sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el
Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la
convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media
luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las
napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque
ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el
río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del
ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única
medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas
de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes
más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda
exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%,
un aumento del circulante que en sólo una semana de diciembre llegó al 9%, una
baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro
fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia. Mientras todas las funciones
creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura
anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de
dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados
para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la
Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que
duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela,
mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero
en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la
tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto
crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el
dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario
Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a
Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce
como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía
especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por
la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al que están
ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su
gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la
producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica
emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural
expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos
grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser
baratos" [14]. El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana
ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por
ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital
sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares,
letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora,
son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el
"festín de los corruptos". Desnacionalizando bancos se ponen el
ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la
ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo
las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso,
rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y
desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse
quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los
mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza
al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora,
reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz,
que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera
ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas
que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar
una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar
bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la
resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el
recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer
aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de
esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido,
pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en
momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
[1] Desde enero de 1977 la Junta
empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de
"liberados" que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan
de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de
prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y
posterior fusilamiento permanecen intactas.
[2] El dirigente peronista Jorge Lizaso fue
despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el ex
diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una sobreviviente:
"Picana en los brazos, las manos, los muslos, cerca de la boca cada vez
que lloraba o rezaba... Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me
iban hacer fiambre con la máquina de sierra que se escuchaba".
[3] "Cadena Informativa", mensaje num.
4, febrero de 1977.
[4] Una versión exacta aparece en esta carta de
los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba, monseñor
Primatesta: "El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la
enfermería seis compañeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Angel
Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo
Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de
Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este último
había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie sufriendo
varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un intento de
fuga".
[5] En los primeros 15 días de
gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección
anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se
funda en que desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y
en el aumento global de la represión después del golpe. Una estimación global
verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente: muertos en
combate: 600; fusilados: 1300; ejecutados en secreto: 2000; varios: 100. Total:
4000.
[6] Carta de Isaías
Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.
[7] "Programa" dirigido entre julio y
diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada Aérea
del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
[8] El canciller vicealmirante Guzzeti, en
reportaje publicado por La Opinión el
3.10.1976, admitió que "el terrorismo de derecha no es tal" sino
"un anticuerpo".
[9] El general Prats, último
ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre
de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron
acribillados el 2.5.1976. El cadáver del general Torres, ex presidente de
Bolivia, apareció el 2.6.1976, después que el ministro del Interior y ex jefe
de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de
"simular" su secuestro.
[10] Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli
según La Razón del 12.6.1976. Jefe
del Grupo I de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable
de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.
[11] Unión de
Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se
agravó aún más.
[12] Diario Clarín.
[13] Entre los dirigentes nacionales
secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia,
Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido
particularmente graves en metalúrgicos y navales.
[14] Prensa
Libre, 16.12.1976.