31 diciembre 2011

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13 diciembre 2011

La voz a otros debida: La Navidad provenzal de Mathieu Belezi

Noche estrellada en Saint-Rémy-de-Provence, pintura de Vincent Van Gogh (1889). 
(© Museum of Modern Art, Nueva York)

Mathieu Belezi (hay dudas sobre si es su propio nombre o un seudónimo) no es un escritor muy conocido. Es más bien un escritor tardío. Sus datos biográficos son escasos: nació en la ciudad francesa de Limoges en 1953, estudió geografía, dio clases en los Estados Unidos y residió en México, la India, el Nepal, las islas griegas y el sur de Italia. Ahora vive en las proximidades de Roma. 

En 1998 publicó su primera novela, Le petit roi (‘El perqueño rey’), y desde entonces ha dado a conocer otros siete libros de narrativa, entre los que destaca la novela C’était notre terre (‘Era nuestra tierra’, 2010), ambientada en la Argelia de la década de 1950, colonizada por Francia. Son sus dos obras más divulgadas, que ahora vuelven a las librerías en formato de bolsillo. 

Mathieu Belezi. 
(Fuente: Éditions Flammarion)

Le petit roi es una novela breve en la que se combinan hábilmente la crueldad como reacción a una infancia rota, y la prosa poética. Es el relato de un año de Mathieu, de doce años, traumatizado por las continuas peleas de sus padres, a quienes desearía saber muertos. Un año alejado de su madre, quien lo ha dejado al cuidado del abuelo, que vive en una granja, en un remoto y desolado rincón de la Alta Provenza, donde él construirá su pequeño reino. Allí conocerá la soledad –sólo paliada por la estrecha, cálida y cómplice relación que le une al viejo granjero–, el silencio, y vengará su calvario familiar mediante la crueldad, ejercida tanto con los animales como, vejándolos, con algunos de sus compañeros de escuela, escenas que el autor describe con desgarradora dureza. Vivirá al mismo tiempo el titubeante despertar de su sexualidad, aunque ésta será a veces objeto de sus instintos más perversos. 

Belezi intercala en su relato, escrito en primera persona, los recuerdos vívidos del niño con respecto a la difícil convivencia de sus padres, momentos que se reproducen repentinamente en su memoria como hachazos y aparecen en la novela como flashes. En el fragmento reproducido a continuación se manifiesta uno de esos momentos que, para diferenciarlo del contexto, es presentado en letra cursiva (no es así en el original). Se trata de un fragmento de la primera parte del libro, cuando todavía no se ha producido en el muchacho esa transformación que lo convertirá casi en un pequeño monstruo. En la traducción se ha procurado, sobre todo, mantener el lenguaje poético de la versión original. 


El paisaje agreste de la Alta Provenza. 
(Fuente: id2sorties.com)


El día de la Nochebuena el cartero trae una carta dirigida a mí. En el sobre, encima de mi nombre escrito con tinta azul, hay tres sellos de la India. 

Estoy solo en la cocina, el abuelo ha ido a dar de comer a las gallinas. Podría introducir la punta de un cuchillo bajo la pestaña del sobre, abrirlo y extraer de él una de esas postales imposibles que me envía mi madre cada vez que está de viaje. Prefiero echarla al fuego. 

Por el efecto del calor, el sobre se yergue un momento, permanece en equilibrio sobre las brasas y luego se arquea, hasta que de repente el fuego prende en él y lanza un fogonazo endiablado que dispersa las sombras. 

Me niego a contemplar la inevitable hilera de palmeras tras la que mi madre me abraza y me asegura que no hace más que pensar en mí. No quiero saber con qué palabras me desea una feliz Navidad. 

Anochece. Avanzamos por un sendero que serpentea por el carrascal hasta el campanario iluminado de una iglesia. Por encima de la cabeza del abuelo el cielo dispone las estrellas para que puedan escabullirse entre ellas los ángeles del advenimiento. 

Entramos en el pueblo y subimos por unas callejas hasta la plaza de la iglesia, rodeada de cipreses. Hay allí mucha gente que canta, en el templo y fuera de él. 

–Anda, ábrete paso. Lo bonito está dentro. 

–¿Y tú, abuelo? 

–Yo me quedaré aquí. 

Me abro paso a codazos, avanzo hacia los oropeles del altar, adornado con lirios y gladiolos. María y José, juntadas las manos, inclinan sus cabezas a la vez sobre un pesebre. Un asno, un buey y dos ovejas rumian a su lado. Todo el mundo, el cura con su casulla recamada, el monaguillo y los niños del coro, y la asamblea dócil de los fieles, reciben el baño de la luz divina que fluye: rezan, cantan y elevan sus alabanzas al cielo. 

Pero el niño Jesús se hace esperar. La hora de su llegada todavía no ha sonado. Aún hay que rezar mucho, cantar y proseguir con las alabanzas, y eso fatiga. 

Veo que los más viejos se han sentado, que ya no pueden con su alma. Se agarran a los respaldos de las sillas, jadean, se tragan sus secreciones de asmáticos, mientras los niños de pecho berrean en brazos de sus madres. 

¡Sé muy bien dónde estabas, cabrón! 
yo abandonaba mi tren eléctrico, abría la puerta de mi habitación; los golpes rítmicos en mi pecho, las lágrimas que asomaban a mis ojos, eran de miedo, de miedo que se pegaran otra vez; bajaba la escalera 
¡Yo hago lo que me da la gana! 
Pues no podrás seguir haciéndolo mucho más tiempo, te lo aseguro 
corría hasta el salón, donde los encontraba de pie, frente a frente, ¡y cómo!, rojos de ira y con el pelo revuelto, mirándose con los ojos rebosantes de odio y los labios apretados, y me interponía entre ellos 
No, papá, no 
¡No, papá! 
los separaba a gritos para apagar sus voces. 

Y he aquí que el niño Jesús ya está en el pesebre. ¿Quién lo ha puesto? No me he dado cuenta, tenía la cabeza en otro sitio. Es un niño de verdad, envuelto en lienzo blanco con bordados. Parece fruncir el ceño y no entender por qué lo alaban, allí y en aquel momento. Los caramillos y los tamboriles dan alas a la luz, que voltea, se agita y hace piruetas, serpentea por las bóvedas antes de difuminarse entre las sombras del ábside, donde ya no puede avivar las emociones. 

Se ha acabado. La gente sonríe y se besa en las mejillas, canta por última vez que Jesús ha nacido. Salgo de la iglesia cuando las campanas empiezan a sonar en un revuelo frenético, difundiendo por los alrededores la miel divina, y más allá de las colinas y los llanos otros campanarios les hacen eco; esa miel derramada en exceso hace que el corazón se me encoja, a mí, que no tengo a nadie más que a mi abuelo. 

Regresamos por el mismo camino, perseguidos por los repiques penosos de los campanarios. Le doy la mano. 

–¿Te ha gustado? 

–Sí, abuelo. Y tú, mientras tanto, ¿qué has hecho? 

–He fumado. 

Sobre el altiplano desierto el viento, que no encuentra otros obstáculos, se ensaña con nosotros y parece querer cerrarnos el camino; empecinados, nos esforzamos para seguir adelante. Se me corta la respiración. 

Con la cabeza envuelta en la bufanda, me siento pequeño y ridículo mientras jadeo. No tengo más protección que mi abuelo, su amplia espalda tras la que me refugio abrazándome a su cintura con toda la longitud de mis brazos y acompasando mis pasos a los suyos. 

Traducción del francés de Albert Lázaro-Tinaut 


El texto original, en francés, pertenece a la novela Le petit roi, de Mathieu Belezi. Éditions Phébus, París, 1998. 

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22 noviembre 2011

Los cumpleaños de las lenguas

El Afrikaanse Taalmonument, monumento a la lengua afrikáans (derivada 
del neerlandés y hablada en Sudáfrica y Namibia), obra del arquitecto Jan van Wijk, 
erigido en 1975 en la montaña de Paarl (Provincia del Cabo, Sudáfrica).
(Fuente: The Portfolio Travel Blog - http://travelblog.portfoliocollection.com)

Quienes, como el transeúnte, no somos lingüistas, no acostumbramos reflexionar mucho sobre el origen de las lenguas; nos contentamos, si acaso, con unos cuantos datos retenidos de la escuela o de alguna lectura. 

Las lenguas que no se han perdido son “elementos vivos” y, como tales, están sometidas a evolución. Pueden tener orígenes míticos, históricos e incluso oficiales. El transeúnte leyó el pasado día 14 en la publicación digital Albania News que aquel día la lengua albanesa cumplía 103 años –fecha conmemorada con el nombre de “Jornada del alfabeto”–. Esa brevísima noticia ha avivado su curiosidad innata y lo ha conducido a una breve investigación, que intentará condensar. 

El primer documento conocido de la antigua 
lengua persa (que pertenece a la familia 
indoeuropea), en escritura cuneiforme, 
datado en el siglo V antes de nuestra era. 
Fue hallado en Persépolis y se conserva 
en la Universidad de Chicago. 
(Foto © University of Chicago)

Efectivamente, las lenguas clásicas (casi todas las cuales son ya “lenguas muertas”) tienen orígenes míticos, y aunque los especialistas se han esforzado en reconstruir su historia, ésta suele perderse en las nieblas de los tiempos. Se ha investigado bastante sobre las lenguas de la familia indoeuropea –mayoritarias en Europa–, también sobre las de la familia finoúgria (aunque todavía quedan muchas incógnitas por despejar), sobre las lenguas túrquicas (que parecen proceder de las estepas de Mongolia, como atestiguan las denominadas “inscripciones de Orjón”, del siglo VIII), pero cada idioma tiene su propia biografía, y cuando se penetra en los entresijos de ésta se descubren datos interesantes. 

Placa conmemorativa del Congreso de Manastir 
(noviembre de 1908), en el que se fijaron las normas 
de la lengua albanesa. Arriba, a la derecha, unos 
versos de Naim Frashëri (1846-1900), considerado 
el poeta nacional de Albania. 
(Fuente: Albania News)

Si los albaneses consideran que su lengua (la gjuha shqipe, hablada en Albania pero también en Kosovo y en algunas regiones de Macedonia, Montenegro, Serbia, Grecia y el sur de Italia, sobre la evolución de cuya escritura puede encontrarse un interesante documento aquí), acaba de cumplir 103 años, es porque se basan en la fijación oficial de ésta el 14 de noviembre de 1908 en el Congreso de Manastir (la actual Bitola, en Macedonia), donde se reunieron durante una semana algunas figuras prominentes de la cultura albanófona y crearon la Bashkimi (‘Unión’), una asociación que debía velar por la lengua albanesa unificada a partir de sus diferentes dialectos. El albanés, por consiguiente, tiene un cumpleaños oficial, pese a que se han mantenido vivas tres variedades: dos en los territorios albanófonos (el toskë y el gegë) y una en Italia, el arcaico arbërisht.* Sin embargo, el primer texto escrito en albanés que se conserva es un misal de Gjon Buzuku, en dialecto gegë, publicado en 1555 y conservado en la Biblioteca Apostólica Vaticana. 

Los coreanos del sur celebran cada 9 de octubre 
la fiesta del Hangul, con la que se conmemora 
la creación de su alfabeto por el rey Seyong 
el Grande en 1446. En Corea del Norte esa 
celebración tiene lugar el 15 de enero. 
(Foto © Andrew 鐘,2008)

Por lo general, el origen de cada lengua se determina históricamente, tomando como referencia el primer documento escrito que se conserva de ella. El del polaco, por ejemplo, es la Bula de Gniezno (1136); el del checo, la bula de fundación del Capítulo de Litoměřice (1057); el del húngaro, el Sermón funerario y oración (1192-1195); el del búlgaro, la traducción de las sagradas escrituras por los hermanos Cirilo y Metodio (creadores, además, del alfabeto llamado cirílico), en el siglo IX; el alemán estándar no se fijaría hasta bien entrado el siglo XIX (recuérdese que los Estados alemanes no se unificaron hasta 1871) aunque, por supuesto, hay numerosos documentos escritos en diversas variedades más o menos arcaicas de la lengua actual, algunas que datan del siglo VI; la formación de la lengua francesa moderna se inició en el siglo XV, si bien el primer documento escrito que se encuentra es el de los Juramentos de Estrasburgo (842). No hay razón para enumerar todos los idiomas, ya que el lector curioso podrá documentarse fácilmente sobre el origen de cada uno a través de los buscadores de internet. 

Los santos Cirilo y Metodio presentando su alfabeto (detalle de un icono de 1863 
conservado en el monasterio de Zograf, en el Monte Athos, Grecia). 
(Fuente: Archivo de Radio Bulgaria)

En la península Ibérica, los orígenes oficiales u oficiosos de cada lengua se basan en los documentos más antiguos. Es bien sabido que el castellano medieval fue estandarizado por Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, y el moderno lo estableció, de hecho, Antonio de Nebrija con su Gramática castellana –la primera gramática europea acreditada– publicada en 1492. Desde su fundación en 1713, para “fijar, limpiar y dar esplendor” a la lengua, como reza su lema, la Real Academia Española ha ido estableciendo las normas lingüísticas en función de la evolución del idioma (aunque, hay que decirlo, siempre con cierto retraso con respecto a esa evolución, y a menudo con criterios discutibles). En 1977, sin embargo, se pretendió que la población de San Millán de la Cogolla (La Rioja) fuera reconocida oficialmente como “cuna del castellano” para destacar la importancia de las llamadas Glosas Emilianenses, donde aparecen, en efecto, algunas anotaciones manuscritas en castellano –con elementos riojanos–, que podrían ser del siglo XI, pero también, y sobre todo, en vasco medieval y navarro-aragonés. 

Manuscrito del códice latino Aemilianensis 60, de finales del siglo X, 
con las famosas “glosas” (anotaciones) marginales añadidas en el monasterio 
de Suso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja). 
 (Fuente: mintube.com)

Las normas ortográficas del catalán fueron fijadas a partir de 1871, en el contexto de la Renaixença, por el filólogo Pompeu Fabra (1868-1948), a cuya labor hay que sumar la del romanista Joan Corominas (1905-1997), autor, entre otras obras monumentales, del Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana, en nueve volúmenes (1980-1991; fue autor también de un notable Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana y de un no menos importante Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico). La lengua catalana está sometida a la normativa del Institut d’Estudis Catalans, que cumple funciones semejantes a las de la Real Academia Española, aunque con más flexibilidad que ésta. El documento más antiguo escrito parcialmente en catalán son las Homilies d’Organyà, de finales del siglo XII o principios del XIII. Además, el catalán medieval y postmedieval fue, con el latín y algunas variedades del italiano, una de las lenguas más difundidas en la Europa mediterránea entre los siglos XIV y XVII. 

Una página de les Homilies d'Organyà, descubiertas 
en aquella localidad prepirenaica catalana en 1904.

El vasco, que fue conocido antiguamente como lingua navarrorum, es el conjunto de numerosos dialectos hablados en los valles del País Vasco y el norte de Navarra, tanto en la vertiente peninsular como en la francesa de los Pirineos. Se la considera una lengua aislada, sin relación con ninguna otra del mundo, y no forma parte, como la mayoría de las lenguas de Europa, de la familia indoeuropea (sólo pertenecen a otras familias, además del vasco, el húngaro, el finés, el estonio, el maltés y el turco). Se la ha querido emparentar, sin bases razonables, con el georgiano, el húngaro y el bereber, por ejemplo, pero tal vez sea más lógica su relación con las antiguas lenguas ibéricas (pues el vasco se hablaba en toda el área pirenaica y ha dejado multitud de topónimos como, por ejemplo, Andorra). De que es una lengua muy antigua dan fe algunos epitafios del siglo II hallados en la región francesa de Aquitania. Más recientes son las anotaciones en el Fuero General de Navarra (1237) y en las mencionadas Glosas Emilianenses. El proceso de unificación de la lengua se inició en 1918 con la creación de la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia), y concluyó con el establecimiento del muy debatido euskara batua (‘vasco unificado’), cuya propuesta definitiva es de 1968 y se usa actualmente como lengua cooficial en la comunidad autónoma vasca. 

Sala de reuniones de la Euskaltzaindia (Real 
Academia de la Lengua Vasca), en Bilbao.
(Fuente: Bilbao: desde dentro)

El gallego es un residuo del antiguo galaicoportugués medieval y podría considerarse una variedad de la lengua portuguesa, aunque tenga entidad propia y sea cooficial en Galicia, aceptado en una parte de la provincia de León y no tan bien admitido como tal en zonas fronterizas de Asturias (otras variedades del antiguo galaicoportugués se hablan también en algunos municipios de Extremadura). Su recuperación como lengua autóctona de los gallegos tuvo lugar durante el denominado Rexurdimento, en el siglo XIX, cuando empezaron a utilizarlo algunos escritores que le dieron carácter de lengua literaria. La Real Academia Galega, fundada en 1906, es la institución que vela por su protección y difusión. Últimamente se debate entre autonomistas, reintegracionistas y lusistas sobre la normalización del gallego.

La poeta romántica Rosalía de Castro (1837-1885) fue 
una figura preeminente del Rexurdimento gallego.
 
Aunque ciertas lenguas tengan cumpleaños “oficial”, la mayoría de ellas remontan su conmemoración a los orígenes basándose, como se ha visto, en documentos antiguos, que podrían ser sustituidos si se producen nuevos descubrimientos. Algunos países o comunidades lingüísticas han establecido días dedicados a su lengua. El Consejo de Europa instituyó el 26 de septiembre como “Día Europeo de las Lenguas”; el 23 de abril (fecha del fallecimiento Cervantes) ha sido establecido como “Día Mundial del Idioma Español”; el 20 de marzo el mundo francófono celebra el “Día de la Lengua Francesa”; el 10 de junio (aniversario de la muerte de Luís de Camões) se celebra en el mundo lusófono el “Día de la Lengua Portuguesa”; el 24 de mayo se conmemora el día de las lenguas y culturas eslavas; el 14 de marzo (fecha del nacimiento del primer poeta nacional, Kristian Jaak Peterson) se celebra en Estonia el Emakeelepäev (‘día del idioma materno’); en Islandia, el día dedicado a la lengua nacional es el 16 de noviembre; en Albania, ya hemos visto que esa celebración recae en el 14 de noviembre. Son muchas las lenguas, pues, que celebran su cumpleaños. 

Monumento al monje Mesrob Mashtots, creador del alfabeto armenio en 
los primeros años del siglo V de nuestra era, en el Matenadaran (Instituto 
Mashtots de investigaciones sobre los manuscritos antiguos) de Ereván. 
Los armenios conmemoran el Día de la Lengua el 21 de febrero de cada año. 
(Foto © Hrag Vartanian)


* Las comunidades albanesas de Sicilia y otras regiones del sur de Italia se establecieron allí entre los siglos XV y XVIII, después de que las tierras albanófonas de los Balcanes fueran invadidas por los turcos otomanos tras la muerte (1468) de su héroe nacional y casi legendario defensor, Jorge Castriota Scanderbeg. 


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19 octubre 2011

((SIN COMENTARIOS))


"¿Carla? ¿Y si dieras a luz en el 'Air Sarko One'? ¡El pequeño podría utilizarlo gratuitamente toda su vida!"

Viñeta de Gros que ilustra el artículo "Des caprices du prince aux gaspillages de l'élite de l'État" ('De los caprichos del príncipe a los despilfarros de la elite del Estado'), publicado en el núm. 755 (8-14 de octubre de 2011) de la revista francesa Marianne, pág. 28.

14 octubre 2011

[Marginalia] Los riesgos de la mordaza global que nos acecha

Nuestras libertades, individuales y colectivas, pueden 
quedar ocultas tras grotescas y engañosas máscaras.
(Foto: Moyo Taxiguerrilla - http://passapalavra.info)

Durante los días 4, 5 y 6 de octubre, Wikipedia Italia decidió ocultar sus entradas ante la amenaza de un proyecto de ley que se debate en el Parlamento italiano para enmendar otro texto, aprobado por el mismo Parlamento en junio de 2009 y ratificado por el Senado. Dicha enmienda tiene como objetivo el control de los sitios informáticos, incluidos los diarios y los periódicos difundidos electrónicamente, y la obligación de publicar, en las 48 horas siguientes, las rectificaciones que pida cualquier persona, “con las mismas características gráficas, la misma metodología de acceso al sitio y la misma visibilidad de la información a que se refieren”. 

Es evidente que la aprobación de esa enmienda atentaría contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 27 dice: “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora”

A pocos nos cabe ya duda de que la mordaza que se nos quiere imponer mediante decisiones políticas, en cualquier Estado, puede acabar siendo global, y que la aprobación de una enmienda como esa en un país central como es Italia, miembro fundador de la Unión Europea, se podría extender fácilmente, pues permitiría sentar bases jurídicas suficientemente sólidas para el establecimiento del totalitarismo del Big Brother (‘Gran Hermano’) y la “habitación 101” de la policía del pensamiento con los que nos amenazó proféticamente George Orwell en su novela 1984 (publicada en 1949) –un "Gran Hermano" con el que de manera tan burda e insensata se ha jugado en casi todas las televisiones del mundo– se impusieran, si es que ya no se han impuesto de hecho, más o menos perceptiblemente. 
 
El transeúnte reproduce a continuación el mensaje íntegro (en su versión exacta en español) que estuvo colgado en varias lenguas en las páginas de Wikipedia Italia durante los tres días indicados, al que aún hoy se hace mención en las mismas páginas de esa magna enciclopedia que, pese a sus muchos defectos, errores y contradicciones, se ha convertido es una herramienta muy útil, casi imprescindible, para acceder a la información. 


 Estimada lectora, estimado lector, 

En este momento, la Wikipedia en italiano está en riesgo de no poder seguir proporcionando el servicio que a lo largo de estos años te fue tan útil y que ahora, como antes, estabas buscando. La página que querías leer sigue existiendo pero oculta y queda el riesgo de que hayamos que borrarla en serio. 

En los últimos 10 años, Wikipedia se hizo parte de la vida cotidiana de millones de usuarios en la Red en busca de un saber neutral, gratuito y sobre todo libre. Una nueva e inmensa enciclopedia plurilingüe, que puede ser consultada en cualquier momento y sin costes.

Hoy, desafortunadamente, los pilares de este proyecto –neutralidad, libertad y verificabilidad de sus contenidos– están en riesgo de verse comprometidos con el apartado 29 del así llamado DDL intercettazioni (proyecto de ley sobre escuchas telefónicas). 

Tal proyecto de ley, que está siendo discutido en estos días por el Parlamento italiano, entre otras cosas, obliga a todos los sitios de la Red a publicar, dentro de las 48 horas de que la solicitud fue realizada y sin algún comentario, una rectificación sobre cualquier contenido que el solicitante juzgue perjudicial a él o a su imagen. 

Por desgracia, la evaluación de cuán perjudiciales sean dichos contenidos no estará sometida a la decisión de un Juez tercero e imparcial, sino únicamente a la opinión y sensibilidad de la persona que se percibe perjudicada. 

En suma, según lo previsto por el apartado 29, quien se sienta afectado por un contenido informativo presente en un blog, en un periódico en línea y, muy probablemente, también aquí, en la Wikipedia, podrá apegarse al derecho –independientemente de la veracidad de la información percibida como perjudicial– de solicitar la publicación de una rectificación, que contradiga y desmienta dichos contenidos, incluso prescindiendo de las referencias proporcionadas. 

En estos años, los usuarios de Wikipedia (te recordamos una vez más que Wikipedia no tiene equipo alguno de redacción) han estado siempre disponibles a discutir y, en todo caso, a corregir, donde se haya verificado la información según referencias independientes y competentes, cualquier contenido percibido como perjudicial del buen nombre de quien sea; y todo eso sin renunciar a las prerrogativas de neutralidad e independencia del Proyecto. En los rarísimos casos en los que no fue posible encontrar una solución, el artículo entero fue removido. 

La obligación de publicar entre nuestros contenidos la rectificación, según lo previsto por el apartado 29, sin poder discutir o analizar la reclamación y prescindiendo de toda verificabilidad, constituye para Wikipedia una inaceptable limitación de su propia libertad e independencia: tal limitación desnaturaliza los principios que fundaron la Enciclopedia Libre y paraliza la modalidad horizontal de acceso y contribución, pudiendo de hecho poner "fin" a su existencia tal como la conocimos hasta hoy. 

Quede en claro que nadie entre nosotros quiere cuestionar las tutelas que guardan la reputación, el honor y la imagen de cada quien. Recordemos, sin embargo, que cada ciudadano italiano ya está protegido en este sentido por el artículo 595 del Codice Penale, que castiga el delito de difamación. 

Con este comunicado, queremos avisar a los lectores y a las lectoras sobre los riesgos que derivan de dejar a merced de los particulares la protección de su propia imagen y reputación, invadiendo los intereses legítimos de otros. En tales condiciones, los usuarios de la Red serían inducidos a dejar de ocuparse de dichos argumentos o personas, tal vez sólo para "no tener problemas". 

Queremos seguir con la Wikipedia libre y abierta a todos. Nuestros artículos son también tus artículos: ya somos neutrales, ¿para qué neutralizarnos? 

Los usuarios de it.Wikipedia 

01 octubre 2011

La voz a otros debida: Los bosques finlandeses sentidos por Alessandro Pavolini

Paisaje característico de la Finlandia centro-oriental.
(Foto © www.teije.nl)

Alessandro Pavolini (Florencia, 27 de septiembre de 1903 - Dongo, Lombardía, 28 de abril de 1945) fue un notable jerarca de la Italia fascista, además de destacado periodista y fino escritor. Hijo del poeta y filólogo Paolo Emilio Pavolini (1864-1942, eminente estudioso de las lenguas y literaturas nórdicas y traductor del poema épico finés Kalevala, manteniendo el metro y el ritmo originales), se dejó llevar por los intereses culturales de éste. Además, estudió Derecho en la Universidad de Florencia y Ciencias Sociales en la de Roma. 

Fue muy activo políticamente durante la dictadura fascista (se había adherido al Fascio en 1923) y ejerció como ministro de Cultura Popular. También estuvo entre los firmantes, en 1938, del “Manifiesto de la raza”, con el que Mussolini promovió las leyes raciales fascistas. Por otra parte, participó como reportero, pero también militarmente, en la guerra colonial de Etiopía, cuyos avatares dejó escritos en el libro Disperata (1937). 

Pese a que sus enfrentamientos con otros jerarcas del régimen hicieron que cayera en desgracia durante cierto tiempo, no fue apartado de algunos cargos políticos. Tras la destitución de Mussolini y la caída del régimen (25 de julio de 1943) se refugió en Alemania; sin embargo, cuando Hitler impulsó, en septiembre del mismo año, la efímera República Social Italiana (conocida como República de Salò), Pavolini fue nombrado secretario provisional del nuevo Partido Fascista Republicano. Fue, además, uno de los creadores y primer comandante del cuerpo paramilitar de las Brigadas Negras (junio de 1944). 

Alessandro Pavolini, vestido con 
su uniforme de jerarca fascista, 
en una foto retocada.

Tras la ocupación de Roma por los Aliados en junio de 1944, participó en la defensa de Florencia y con sus francotiradores resistió durante varios días cuando la ciudad fue tomada, en agosto del mismo año. Al final de la guerra, y tras un intento de huida a la desesperada, fue herido y capturado por los partisanos. Procesado por colaboracionismo con el enemigo, fue condenado a muerte y fusilado con otros prisioneros el 28 de abril de 1945. Al día siguiente, su cadáver quedó colgado por los pies, junto al de Benito Mussolini, en el Piazzale Loreto de Milán.

Es evidente que Pavolini no se significó precisamente por su pacifismo ni mucho menos por un espíritu democrático, sino todo lo contrario. Le gustaba afirmar, con cierto orgullo, que Mussolini y él eran las personas más odiadas por los italianos. ¿Qué pinta pues un villano totalitarista, con las manos manchadas de sangre, en esta bitácora? El transeúnte siempre ha querido separar –hasta cierto punto, claro– las artes de las ideologías, aunque a veces las artes sean claros exponentes de esas ideologías. Quienes rechazamos los totalitarismos, haríamos mal si dejáramos de leer, por citar algunos nombres, a Gabriele D’Annunzio, Curzio Malaparte, Luigi Pirandello, Ezra Pound, Knut Hamsun o Pierre Drieu La Rochelle, simpatizantes del fascismo o el nazismo; o a Vladímir Maiakovski, Maksim Gorki, Pablo Neruda o Jean-Paul Sartre por haber estado próximos ideológicamente al estalinismo. Lo mismo podríamos decir con respecto a las artes plásticas, la música y el cine. Para quien lo desee, el debate está servido. 

Luigi G. De Anna, profesor de la universidad finlandesa de Turku y prologuista de la reedición de Nuovo Baltico [1] –obra de la que se ha extraído el texto que sigue–, dice que “Pavolini tenía el ojo atento del periodista, pero por formación era un literato”, y que “su carrera política avanzó al mismo paso que la del intelectual”. En cualquier caso, leyendo su texto sobre los abedules de los bosques de Finlandia, con un lenguaje casi lírico, difícilmente se puede identificar al escritor refinado con el fanático jerarca fascista.


Bosque de abedules cerca de Kouvola (sudeste de Finlandia).
(Fuente: http://onnila.wordpress.com/tag/kouvola/)


El más allá de los árboles 

Por Alessandro Pavolini 

Desde hace un mes, en el Báltico veo abedules. Estoy dulcemente obsesionado por los bosques. 

Anoche no conseguía dormir y salí al bosque, entre los abedules, bajo un cielo sin estrellas, no por la oscuridad, sino por el resplandor. No esperaba, por supuesto, toparme con un reno, ni oír algún aullido, como la Novia del Lobo sobre la que escribe Aino Kallas [2]. Mis fantasías eran más bien vegetales. 

Acariciaba los troncos, duros, vivos, fríos; miraba las ramas que se sumergían en las tenues sombras. Los abedules permanecían inmóviles, con su aspecto ensoñado y meditativo. 

En su vida, anclada a un único punto preciso de la tierra –pensaba yo–, los árboles quizá presientan otra vida, probablemente sueñen con ese más allá que les espera como lo contrario de su existencia en el bosque. Lo mismo que los hombres cuando imaginan el Paraíso. 

La existencia del árbol es sumamente lenta, sin cambios de ritmo ni acontecimiento alguno. Esta es su primera característica. La segunda es el no poderse mover, el estar sujeto para siempre al mismo metro cuadrado. Y la tercera es esa pesadumbre, que tan bien se advierte por las noches, de no poder compartir su vida con la de ningún semejante, no poder fundirse en un abrazo con otro ser vivo hasta la ilusión amorosa de hacerse unidad. Los árboles apenas se tocan, rozan sus hojas, se acarician levemente con esos dedos ciegos, sufren la desazón del deseo sin poder alcanzarse del todo. Una maldición los mantiene aislados y sedentarios.

Algún día, sin embargo, tú, abedul, que no has experimentado nada más que tu simple existencia, sentirás que algo ocurre en tu base. Algo brusco, rápido, indiscutible. Serán los golpes del hacha de un leñador finés. Se te presentará de este modo la muerte liberadora como lo opuesto de la vida: según tus presentimientos de esta noche y de muchas otras noches, cuando yo me acuesto y tú permaneces en pie.

Abedules cortados para 
la industria madedera.
(Foto © Victor Sagaydashin)

Toda la vida te has mantenido inmóvil en tu lugar, centinela de ti mismo. A partir de aquel momento entrarás en tu más allá, empezarás a moverte y sentirás la voluptuosidad divina de la horizontalidad. Y ya desnudado de ramas, hojas y raíces, reducido a tu esencia, al tronco, empezarás a viajar horizontalmente arrastrado por la corriente de un río, y durante ese viaje no te detendrás. 

Viajar, fluir eternamente: el paraíso de quien tuvo raíces. Los grandes ríos gélidos atraviesan raudamente los bosques arrastrando troncos migrantes. Los conducen hacia el golfo de Finlandia, hacia el golfo de Botnia, según el camino que trazó el Gran Hielo cuando arrasó Finlandia y, a su paso, fue dejando cicatrices en forma de lagos y corrientes de agua. Si te encallas en un lago, abedul, unos hombres subidos a una balsa te empujarán para devolverte al curso de agua. (Pero, ¿será un lago o el recodo de un río? Es más difícil contar los lagos en Finlandia que las estrellas en el cielo: éstas son más numerosas, pero más fáciles de localizar. Quien pretende censar los lagos finlandeses no sabe cómo distinguir entre los que se enlazan entre sí por brazos de agua y los recodos de los ríos; entre los lagos salpicados de islas y los ríos que se bifurcan a partir de una isla. Y no salen las cuentas: cincuenta mil, sesenta mil, sesenta y cinco mil…)

Flotas y así prosigues tu camino… A veces te aflige una peligrosa sensación, una mezcla de placidez y temor, como la que sienten los hombres en la nuca al notar que el suelo se hunde bajo sus pies. Es cuando te precipitas en la vorágine de alguna cascada o sientes el trueno de unas cataratas. (He venido a Imatra para ver “la mayor cascada de Europa”, como me enseñaron en la escuela. Pero ya no puede verse, pues la ha aprisionado una gigantesca central hidroeléctrica. [3]) Los rápidos son los momentos líricos de la lenta y solemne épica de los ríos. El tronco salta en medio de aquella violencia inmóvil, de aquel fragor eterno y compacto, y en ese momento se purifica su corteza. 

Transporte fluvial de madera talada en el sur de la Carelia finlandesa.
(Foto © Hubert Stadler / Corbis) 

Cada vez más blanco, más del color del alma, el abedul alcanza su nirvana de árbol. De tanto en tanto siente el esfuerzo del salmón al remontar las aguas, o el topetazo con otro abedul. De este modo tiene lugar, al fin, el encuentro de tronco con tronco. Rozándolo, se dispone a abrazarlo, a confundirse con él en la unidad. 

Sin embargo, la fábrica de celulosa espera con sus fauces abiertas. Surge de repente en el tiempo, aislada en el espacio. Hasta ayer fue bosque y es bosque lo que la rodea.

Fábrica de celulosa, de pasta de madera, de cartón y papel: industria natural y sana como una planta, aquí, entre bosques y cascadas, en esa inmensa abundancia de madera, de vapor, de electricidad. […] Fábrica que funciona sin interrupción, con fuegos y luces permanentemente encendidos: en las nocturnas jornadas invernales, en medio de la nieve congelada; en las clarísimas noches estivales, entre prados verdes y rapados como los campos de golf de Escocia. […] 

Cuando, lejos de su bosque natal, el abedul llega a la fábrica, pasa del río a un canal y a una cinta dentada que lo trasporta hacia su Purgatorio. Se ve sumergido, y con él millones de árboles, en un malebolge [4] giratorio donde los troncos saltan y se entrechocan mientras se purgan, bajo el incansable hierro, de los residuos de su corteza. Allí sienten por última vez el aliento de la lluvia, del viento, de los hongos y de los arándanos. El tronco, mondo, blanco, vuelve a salir. Ahora será cuando las cuchillas eléctricas den cuenta de él. 

Traducción del italiano de Albert Lázaro-Tinaut 


[1] La primera edición de Nuovo Baltico de Alessandro Pavolini fue publicada por el editor Vallecchi de Florencia en 1935. Estos datos y el texto que se reproduce (pp. 113-118) han sido tomados de la edición al cuidado de Massimiliano Soldani publicada por la Società Editrice Barbarossa de Milán en 1998. 
[2] Aino Kallas (1878-1956) fue una destacada narradora y poeta finlandesa muy vinculada a Estonia, donde vivió y ambientó sus principales obras, entre las que sobresale la novela Sudenmorsian (‘La novia del lobo’, 1928), cuya acción se desarrolla, precisamente, en la isla estonia de Hiiumaa. 
[3] En la localidad de Imatra, en la Carelia del Sur (al sudeste de Finlandia, junto a la frontera rusa), se encuentra, en efecto, una gran central hidroeléctrica. La presa de Imatrankoski, construida en 1929, aprovecha los rápidos del río Vuoksi, que antes formaban una de las cataratas más grandes y bellas de Europa. 
[4] El Malebolge es el octavo círculo del “Infierno” de la Divina Comedia de Dante. Se divide en diez fosos circulares y concéntricos, cada uno de los cuales se dedica al castigo de una especie de fraudulentos (véase “Infierno” XVIII, 1-18). 

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11 septiembre 2011

La doble (y sin embargo única) personalidad poética de Anne Fatosme


El título con el que el transeúnte presenta a Anne Fatosme y su poesía resulta contradictorio a primera vista, sobre todo si no se explica. La duplicidad se debe al hecho de que escribe paralelamente en dos lenguas: su francés materno y, sobre todo, el español, cuyos entresijos conoce a la perfección y que ha adoptado como medio de expresión literario. “Lo que me parece más relevante e interesante de mi recorrido vital es que escriba en español, lengua en la que me desenvuelvo más a gusto que en mi lengua natal –afirma ella misma–. Pero el idioma no es más que una herramienta: lo que importa es lo que uno lleva dentro”. 

Nacida en Saint Lô, Normandía, en 1952, Anne Fatosme suele pasar los veranos en una preciosa localidad de su región natal, Fermanville, muy cerca de Cherburgo, esa ciudad que tan famosa se hizo en la década de 1960 –aunque ya resulte un tópico– por aquel bello filme musical de Jacques Demy titulado, precisamente, Los paraguas de Cherburgo, protagonizado por una entonces jovencísima y ya espléndida Catherine Deneuve. 

El pequeño puerto de Cap Lévi, en Fermanville.
(Fuente: Maurtimer, http://maurtimer.wordpress.com/2010/02/14/fermanville/)

Desde allí Anne se asoma a las aguas del canal de la Mancha. “El mar es un elemento vital sin el cual sería un puzle sin completar”, ha escrito en algún sitio. Ese mar que ha inspirado a tantísimos poetas y al que tan bien cantó Charles Trenet: La mer / qu'on voit danser le long des golfes clairs / a des reflets d'argent. / La mer / des reflets changeants / sous la pluie... (abrid un breve paréntesis y escuchadlo aquí).

Anne Fatosme, adolescente, 
disfrutando del mar en 
su Normandía natal. 

Sin embargo, Anne vive en Madrid desde hace cuarenta años: llegó para asistir a un curso de literatura española en la Complutense, paso previo para inscribirse en la escuela de idiomas de Ginebra, que era su pretensión; pero el amor pudo más que el futuro que se había trazado, y a los 19 años se casó con un español, tuvo cuatro hijos, se dedicó al cuidado de su familia y, al mismo tiempo, a su trabajo profesional como decoradora: el arte es otra de sus pasiones. 

Madrid no se asoma al mar, como su tierra natal, a la que se siente muy vinculada; Madrid se asoma a otro azul, el del cielo de la meseta castellana. Ya lo dice la expresión popular: “De Madrid al cielo, y en el cielo, un agujerito para verlo”; bien opuesta al “From Berlin to Hell” –‘De Berlín al Infierno’– con que algunos soldados aliados se referían despectivamente a la capital del Tercer Reich. Y esta alusión no es gratuita: viene a cuento porque fue precisamente en las costas de Normandía donde el 6 de junio de 1944 se produjo el desembarco decisivo (el día D, “el día más largo”) con el que llegaría, al fin, la paz a Europa tras el más brutal de los conflictos que ha sufrido jamás el continente. 

Poco añadirá el transeúnte a la biografía de Anne Fatosme: su padre era arquitecto y participó activamente en la resistencia durante la liberación de Francia, por lo que ocupó un cargo honorífico en la prefectura de Saint Lô; luego, su familia se trasladó a Caen (capital de la Baja Normandía) y ella estudió en el Lycée de jeunes filles de aquella ciudad, donde recibió, como dice, “una educación liberal... para la época”. Ya en su madurez intelectual, animada por el gusanillo de la escritura que ha llevado siempre dentro (es una gran lectora, y afirma que debe a su madre el amor por la literatura), cursó tres años en la Escuela de Letras de Madrid y más tarde siguió algunas asignaturas en la Escuela Contemporánea de Humanidades. 

La bambina in azzurro ('La niña de 
azul', 1918), de Amedeo Modigliani, 
una de las pinturas que más le gustan 
a Anna Fatosme, según confiesa.

Sin duda, mucho de la trayectoria personal de Anne Fatosme tiene que ver con la poesía que ahora nos regala en su primer libro, Soliloquio en blanco y negro,* un poemario bilingüe, en español y francés, donde demuestra que ha dejado de ser la promesa que se adivinaba en los relatos –siempre muy poéticos– que iba publicando y publica todavía en su blog. Demuestra, sobre todo, que ha superado su timidez inicial, que la encorsetó hasta que se dio cuenta de que la literatura es un excelente recurso para la liberación personal, y ahora saca de dentro incluso lo más íntimo a través de ese “otro yo” a veces tan difícil de descubrir y adiestrar. Así pues, se manifiesta en este libro como una mujer audaz, extravertida, que suelta, para dejarlos volar, sus sentimientos y sensaciones y los hace encajar en una poesía no sólo atractiva, sino con unos valores literarios más que notables. La mejor prueba de ello es el primero de los tres poemas reproducidos a continuación: no es únicamente una declaración de intenciones, sino una intrépida toma de posición como poeta. 

Absolutamente recomendable, pues, este poemario de Anne Fatosme, del que hay que valorar, además, la elegante cubierta ilustrada con una fotografía de Juanjo Fernández. 

















Tres poemas de Anne Fatosme 


Olvidar el encierro, 
el olor a naftalina, 
la hipnosis de las agujas. 
Dejar de pisotear 
el horizonte pelado 
de la punta de mis zapatos. 
No esconderse más en la oscuridad, 
dejar de rozar sus paredes, 
no frotarse más a sus larvas. 
Dejar de temblar de frío, 
arrancar los clavos, 
abrir la tapa a puñetazos, 
oler la vegetación, y, como ella, 
sobrevivir, blindada de indiferencia. 

[Oublier la réclusion / l’odeur à naftaline / l’hypnose des aiguilles. / Arrêter de piétiner / l’horizon pelé / du bout de mes chaussures. / Ne plus chercher l’obscurité des caves, / ne plus raser leurs murs, / ne plus me frotter aux larves. / Arrêter de trembler de froid, / arracher les clous, / ouvrir le couvercle avec les poings / sentir la nature, et comme elle, / survivre, blindée d’indifférence.] 


En el seno de mi cuarto oscuro, 
te revelo. Naces y te yergues 
en el fondo de mi cubeta. 
Te ahogas, desapareces, 
te retengo con mis brazos, 
te araño con mis uñas, 
labro tu cuerpo, 
siembro en tus surcos 
racimos de glóbulos rojos. 

[Au sein de ma chambre noire / je te développe. Tu renais / dans le fond de mon bac. / Tu te noies, tu disparais, je te retiens avec mes bras, / je te griffe avec mes ongles / je laboure ton corps, / et sème dans tes sillons / des grappes de globules rouges.] 


Cuando me quedaba dormida, te tumbabas a mi lado. Acoplabas tu cuerpo al mío, me besabas allí donde nace mi nuca. Tus manos volaban sobre mi piel, brillaban en el sol del atardecer, se sumergían en mí, salpicadas de deseo. 

Me devorabas, masticando mis besos, tus manos se multiplicaban, esculpiendo nuevos contornos, aristas desconocidas donde gemía mi ser vaciado de la sangre que hinchaba tus venas. 

Aferrada a tu espalda, te pegabas contra el arco de mi cuerpo. Abríamos los ojos… millares de mariposas deslumbradas por la luz aleteaban en el extravío de nuestras miradas.

[Lorsque je m’endormais, tu t’étendais à mon côté. Tu ajustais ton corps au mien, tu m’embrassais là ou il nassait ma nuque. Tes mains volaient sur ma peau, brillaient dans le soleil couchant, plongaient en moi, éclaboussantes de désir. / Tu me dévorais en mâchant mes baisers, tes mains se multipliaient, sculptant de nouveaux contours, dans les recoins inconnus où gémissait mon être vidé du sang qui dansait dans tes veines. / Agrippée à ton dos, tu te collais contre l’arc de mon corps. Nous ouvrions les yeux… des milliers de papillons affolés de lumière battaient des ailes dans nos regards éperdus.] 


* Anne Fatosme: Soliloquio en blanco y negro / Soliloque en noir et blanc. Editorial Visión Libros, Madrid, 2011. 86 páginas. ISBN 978-84-9983-847-2. El libro, de precio muy asequible, se puede comprar por internet a través de este enlace: 
http://www.visionlibros.com/detalles.asp?id_Productos=11039

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